jueves, 25 de diciembre de 2008

Una de Frank

No hay nada que decir sobre un tema musical convertido en poesía...

domingo, 14 de diciembre de 2008

El lugar añorado



Hay lugares que quedan en nosotros para siempre, porque cuando estuvimos en ellos y habitamos realmente esos espacios, algo idescifrable nos guardamos secretamente en algún rincón del alma, y entonces, es como si pudieramos regresar a ellos cuando volvemos a rozar con las yemas de los dedos ese algo mágico que nos trajimos a hurtadillas. Como esas personas que regresan de diferentes sitios con piedras en los bolsillos, caracoles o un puñado de arena, porque creen confiadamente que tocar esos objetos reales los llevará de vuelta al espacio soñado. Pero lo cierto, es que quizas uno no vuelva a lugares en los que ha estado y es tan desolador extrañar un espacio que debemos inventar algo para traerlo de vuelta hacia nosotros, algo tan indescifrable como eso que extrañamos. Por eso escribo sobre Tandil, un lugar que me recibió en la adolescencia cuando aún todo estaba por hacer, y que volví a recorrer hace apenas unos meses.
Ser maestra me dio grandes tristezas pero no han sido tan intensas como las alegrías. Compartir cinco días a pleno con la infancia codeándose con la adolesencia, me recordó quién era entonces y quién quiero ser. No creo en los tan famosos balances de fin de año, sólo sé que ha sido maravilloso compartirlo con esos seres minúsculos y anónimos para tantos otros y tan únicos y mágicos para mí. Ellos, con sus modas superfluas, sus tics al hablar, sus extraños peinados, sus bromas ingenuas y sus pulseras brillantes, han sido quienes recuperaron emi persona un espacio que hacía tiempo no visitaba: la infancia.
Siempre estaré agradecida por la ternura incondicional de aquellos días.