sábado, 2 de febrero de 2013


El Forastero

William Wyler                                                                                                      Por Emilce Acuña


            Las historias de westerns  giran en torno a una mesa redonda que invita al juego desmedido y a las bebidas fuertes, la aparición de un villano, el héroe, la mujer ingenua, las persecuciones a caballo, los tiros y las prostitutas de buen corazón.   Podríamos decir que estos elementos son los que distinguen al género pero no los que garantizan una buena película de vaqueros.  El forastero cuenta la historia de un hombre que llega a un pueblo dominado por los caprichos de un juez que crea diariamente su propia justicia para beneficiarse  perjudicando a muchas familias al quitarles las tierras para que puedan sembrarlas y hacer de ellas su medio de vida.
Al forastero le han vendido un caballo y luego lo han acusado de haberlo robado sin juicio alguno.   Le quitan el dinero que lleva encima y lo condenan a muerte burlándose de su inocencia.  Gary Cooper es el forastero quien al ver la admiración desmedida que le inspira al juez la figura de una actriz que decora en afiches todo el salón, inventa una historia para retrasar su condena al igual que Scheherezade con sus mil y una noches.  Le dice que la conoció, que habló con ella y hasta le asegura tener un mechón de su hermoso cabello.   Walter Brennan, el juez, se deja llevar por la romántica narración llena de detalles y el forastero aprovecha el tiempo para intentar remediar los conflictos que aquejan al poblado. Como se trata de Gary Cooper, lo resuelve, y la película tiene un final feliz, pero este hecho no le resta mérito al film.  Los personajes, a diferencia de otros westerns, poseen profundidad psicológica y en la película se desarrollan temas políticos y morales que parecían vedados para este tipo de relato. 
William Wyler (1902 – 1981) fue un director sobresaliente y prolífero en el arte de contar.  Cuatro de sus películas obtuvieron el Premio Oscar y fue tres veces ganador del Premio de la Academia y aunque no siempre las condecoraciones y aplausos hacen honor a quien en verdad los merece, en este caso se ha hecho justicia.