martes, 31 de marzo de 2009

Las lágrimas de mamá


Cuando escuché la noticia llamé a mi mamá para compartir el pesar de la muerte del único hombre que impulsó a mi familia, por primera y única vez, a la Plaza de Mayo para festejar la llegada de la Democracia. Yo era una niña entonces y no entendía mucho de lo que sucedía, sin embargo recuerdo que nos subimos al auto de papá los cinco (porque en ese tiempo vivíamos todos juntos), con mis hermnas agarramos las ollas y los toc toc de la escuela y partimos con una inmensa alegría hacia el lugar que nos convocaba. Ese día fue una fiesta; las calles estaban colmadas de gente que compartía un sentimiento único de esperanza. Mamá me dijo que fue la única vez en su vida que votó convencida, que el triunfo de Alfonsín fue más que un triunfo político porque ese día nacía nuevamente la posibilidad de pensar un país para todos, significaba que las voces regresaban libres a las calles después de tantos años de silencio.
Hoy, cuando mi mamá lloraba del otro lado del teléfono, recordé a mi abuelo y su foto con Alfonsín colgada en el comedor de casa, recordé que fuimos felices esa noche y que mi mamá también soñó con un país más justo de la mano del hombre que hoy entristece los hogares con su partida.
En estos tiempos en los que reaparecen los reclamos de "mano dura" y pena de muerte, creo que el mejor homenaje que podemos brindarle todos aquellos que valoramos su persona, es seguir defendiendo la democracia desde el lugar que ocupemos, que las voces sean libres y se multipliquen por siempre.

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