sábado, 17 de julio de 2010

Yo opino

Puedo decir que: el 70% de mis alumnos o tiene los padres separados, o es huérfano de padre o de madre, o vive con la mamá y el novio de la mamá y no ve ni siquiera a su padre biológico, o vive con su papá y la novia de su papá, o vive una semana en casa de cada uno de sus padres, o son criados por sus abuelos o por una niñera mientras sus padres trabajan todo el día. Sólo un pequeño porcentaje vive con su mamá y su papá biológicos. Entonces me pregunto ¿Qué familia pretende defender la iglesia? ¿A qué orden "natural" se refiere? La mayoría de nuestras familias no encaja en la estructura que pretenden imponernos, y todos aquellos que quedamos fuera de la familia tradicional, a saber: mamá, papá, los hijos y el perrito corriendo en el jardín; a veces nos encontramos realizando denodados esfuerzos por encajar, por sentir que formamos parte de ese ideal que culturalmente fue calando hondo en nuestra vida diaria. Pero lo cierto, es que la misma palabra cultura fue mutando a lo largo del tiempo, como la educación, las costumbres, la comunicación y las sociedades. Es lógico que las trasformaciones se den con el tiempo, de lo contrario las mujeres no podríamos votar o deberíamos casarnos que quién eligieran nuestros padres.
Aquellos que impregnan sus discursos con la palabra democracia, deberían saber que una verdadera democracia debe atender los derechos de todos y sobre todos los de las minorías: enfermos mentales, pobres, discapacitados, presos y también homosexuales. ¿Sería una democracia genuina si sólo contemplara los derechos de las mayorías?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

A menudo nos pasa que nos sentimos incómodos por esas cosas que la sociedad nos ha enseñado como correctas o formales. Se hace difícil admitir las diferencias y se miente, se aparenta una familia, un nivel socioeconómico o cultural, tratando de "pertenecer". Así es como se modifica incluso el lenguaje para pretender; no es casual que el argentino medio hable con tantos eufemismos evitando referencias directas a todo aquello que por vergüenza se intenta ocultar.
En Zelig, una vieja película de Woody Allen el protagonista se mimetiza permanentemente con quienes lo rodean adoptando una personalidad que le permita integrarse según la ocasión y no hace más que diluirlo.
Así, creo, nos vamos deformando en nuestra sociedad en la medida que no podamos descubrir quienes realmente somos y quienes queremos ser.
El proceso de desaparecernos no terminó en 1983, es nuestra tarea pendiente construir identidad, y aceptar a los demás tal como son es una manera de aceptarnos y reconocernos a nosotros mismos.

Emilce dijo...

Gracias por tu interesante aporte.