viernes, 19 de octubre de 2018

Ale es de esas personas que el olvido no puede arrasar, pero el dolor es real, estará allí, en medio del pecho y es verdad que el mundo parecerá siempre más grande sin él porque tenía esa mágica capacidad de transformarlo todo con su presencia, nos infundía ánimos porque confiaba en que podíamos ser mejores. Creía en la personas como creía en Dios, eso siempre lo admiré en él porque sabía traducir su fe en gestos concretos. Estuvo en los márgenes, donde pocos se animan a llegar y asumió sus debilidades con una valentía estremecedora. Grabó y compuso canciones, escaló montañas, (nos alegró tantas noches con su guitarra), escribió un libro de poemas que habla de su rebeldía ante este mundo que se cae a pedazos, construyó una capilla, una comunidad emergió a su alrededor y lo acompañó hasta el final. Nadie que lo haya conocido podrá olvidarlo y acaso sea esa la verdadera resurrección de la que hablaba.
Muchas veces le escuché decir que si había una pregunta a la hora de partir, esa pregunta sería ¿cuánto has amado? Hoy nuestro Ale querido, abrirá sus manos y las tendrá llenas de nombres.

No hay comentarios: