La Plaza de Diamante es una de esas obras a las que se llega por recomendación
de otro. Como una perla en el fondo del
mar, no es fácil encontrarla por azar en el inmenso océano de las letras, y no
es que la obra carezca de valor literario, nada de eso. Tal vez sea porque las
guerras siempre fueron narradas desde la mirada del varón, y en esta obra, la
protagonista tiene voz de mujer.
Mercé Rondoreda nació en Barcelona en 1908 y murió en 1983,
cuando yo aún no sabía que iba a terminar amando tanto los libros. La novela
está ambientada en un barrio de Barcelona y narra la historia de Colometa, una
mujer destrozada por la guerra civil.
Narrada en primera persona, despliega un monólogo interior envolvente.
Conmueve la historia que cuenta: las
miserias de la guerra, la cría de palomas, el amor, las esperanzas de la mujer
en aquella época. Pero es la manera de
narrar lo que nos acerca al personaje y lo que vuelve íntima a la novela. Una voz imprescindible que describe de manera singular la otra cara de la moneda.
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